Es imperioso recuperar el orden
El llamado debe ser a bajar la temperatura, a opinar con respeto, con rigor, y con pruebas
06:12 p. m.
¿Saben cuál es uno de los problemas máximos de la autopercepción? En un año cuando se puedan por fin judicializar los sicarios digitales y cuando se recupere el orden en el país, todos dirán que se autoperciben como menores de edad, como marcianos, o como una licuadora.
Debemos darle dientes a nuestra justicia para que deje de ser una prostituta cómplice, de los excesos de la violencia, de los excesos de la polarización, de los excesos del odio, y de los excesos disfrazados de eufemismos de una paz que evidentemente no han querido lograr ni entre la sociedad civil.
Somos una sociedad enferma permeada por los revanchismos y por la violencia histórica. Una sociedad acostumbrada a matarse por una camiseta de fútbol, por una idea contraria, o lo peor, por la intolerancia disfrazada de sordera patológica y de imposibilidad de entendimiento. Una sociedad que ha perdido sus valores de orden, de respeto y de educación; en donde prime la autoridad, en donde se recuperen los valores desde la familia, y en donde la educación no sea una excusa más para que la gente aprenda a no hacer nada.
Por supuesto que el llamado debe ser a bajar la temperatura, a opinar con respeto, con rigor, y con pruebas, pero no podemos dejar de seguir denunciando los excesos, la corrupción, y las incoherencias constitucionales de gobernantes que deberían estarnos cuidando a todos, y no sencillamente fomentando la división, los estereotipos, el odio y el rencor entre la misma sociedad civil; entre tanta gente trabajadora, entre tantos que lo único que quieren es luchar por el sueño de una Colombia amable, de una Colombia decente, y de una Colombia con oportunidades para todos.
Es absurdo, ver después del lamentable, vil, descarado, delictivo y doloroso atentado a Miguel Uribe, que fue satanizado por sus ideas, en un golpe a la democracia misma; cómo salen entre ejércitos digitales a seguir polarizando en un momento donde debería estar primando la mesura, en donde debería priorizarse el piso legal y la transparencia institucional para condenar con todo el rigor este retroceso de más de 30 años que tanta sangre y tantas luchas le ha costado a Colombia.
Más allá del eterno debate de la falta de oportunidades y de la responsabilidad de Colombia con su niñez, hay que establecer un marco normativo en donde la delincuencia no le siga haciendo trampa a los vacíos. Un joven que tuvo la oportunidad de resocializarse en un programa del gobierno “jóvenes en paz” y que decidió no continuar, ni acogerse a nuevas perspectivas de vida, es un joven que debería despertar inquietudes de seguridad para él mismo.
Un joven que, con su frialdad, llega a una manifestación, calcula el mejor ángulo para finalizar su plan macabro, que desenfunda en tiempo récord un arma que debería estar en posesión del Estado, y que dispara con tanta sevicia y experiencia, es un personaje que debería tener una carga legal diferente a los risibles 8 años de sometimiento a esta justicia cómplice que padecemos.
La democracia no puede callarse y el periodismo no puede amedrentarse. ¡Menos en estos momentos! Tenemos que tener la capacidad suficiente para que dentro de nuestro alcance profesional y moral, fomentemos un ambiente de discución de ideas, con respeto pero con carácter y rigor aportante para el país. Ya estuvo bien de rarezas y eufemismos. Hay que recuperar el orden, la democracia misma y la capacidad argumentativa para controvertir con las ideas y no con los delictivos perfilamientos personales.